jueves, 30 de diciembre de 2010

Ella.



Ella.

La conocí un 27 de Julio de 1992, y desde ese momento nos prometimos no separarnos nunca jamás.

Me enamoré de ella al instante. Ella fue mi raíz, ella fue mi luz, ella fue el cauce que acunó mis aguas de principio a fin.

Ella me miraba, ella me acariciaba, ella me protegía. Ella lo era todo.
No había mañana que no aguantara sin despertarla, no había tarde que dejase de mirarla, ni tampoco noche que durmiera sin un beso suyo.

Ella… Ella era mi ella.

Ella secaba mis lágrimas con a penas una mueca, y era capaz de hacerme tocar el cielo; me hacia volar con tan sólo sostener mi cuerpo con sus pies.
Tenía una magia especial, tenía el poder de adoptar formas diversas, me rodeó de personajes mil, y todos me hacían sentir la niña más feliz del mundo.

Ella… Ella era mi estrella.

Me enseñó a bucear, me enseñó a andar rápido, me enseñó a pelear, me enseñó a molestar, me enseñó a hacer meriendas de reyes.

Ella, ella tenía un olor único. Ese olor se adentraba en tu olfato, abriendo millones de afluentes que hacían que cada rincón de tu cuerpo pudiese sentirlo. Ese olor pudo calmar incontables llantos, y pudo arrancar infinitas sonrisas al avisar de la presencia de ella.

Ella… Ella era mi bella.

Como la Bestia, ella me guardaba como su mejor rosa, en una urna de cristal color amor.
Siempre sentí su calor, siempre me sentí abrazada por ella, era Ella; nada me podía pasar.

Ella… Ella era como ella.

Sus ojos, grandes y siempre brillantes, enamorados de la vida, sonrientes y semicerrados cuando duerme. Su nariz redondita, húmeda cuando el frío nos visitaba.
Su boca fabricada por hadas a base de crema y frambuesa, perfectamente moldeada, al abrirse deja mostrar la sonrisa más dulce del mundo. Sus besos son como polvos de azúcar, cubren tu piel de una capa de indestructible ternura.

Ella… Es ella.

Pero ella hoy no brilla. Hoy ella se hizo pequeña.

Su canción empezó a sonar débil, con voz muy bajita. Ella se vio perdida de la noche a la mañana. Sus ojos visten llanto, su boca se ancló en un ángulo negativo y sus nariz está húmeda aún sintiendo calor.

Sin ella saberlo, un duende le hace cosquillas desde dentro, e insiste por volver a fabricar unos labios igual de perfectos, pero sonrientes.
Un par de ardillas barren sus pensamientos, reciclando los malos y archivando buenos recuerdos.

Ella no lo sabe, pero es hermosa siempre.

Shhh… No le digamos nada, ella se está limpiando por dentro. Puede que mañana ya esté lista y su sonrisa vuelva a enamorarme un día más.

El mundo no es malo, el mundo nos prepara. Déjame que te acaricie, déjame que sea yo quien te eleve hasta el octavo cielo, deja que yo te lleve a dar paseos en la línea del 40, juguemos a inventar maridos pintores y médicos. Bañémonos juntas, comamos azúcar y escondámonos del hombre-sapo. Deja que Donkey Kong te haga reír. Déjate vivir.

¡Despierta, despierta! Yo te cuidaré.

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