lunes, 12 de marzo de 2012

Como los chicos pequeños.



¿Recuerdas cuando éramos pequeños?
Cuando lo único que importaba era lo que estaba a flor de piel, cuando la mayor complicación que había en nuestras vidas consistía en una nueva manera de tirarse por el tobogán.
Cuando no existían los dobles sentidos, ni los sentidos dobles.
Cuando la subliminalidad era algo extraterrestre, cuando las mentes retorcidas vivían en otra galaxia.
Cuando nada personal nos molestaba, cuando lo más desagradable era el sugus de limón.
Cuando un beso era un beso, y no distinguías entre si era uno enfadado, eufórico o enfermizo. Sólo un beso.
Cuando las sonrisas no escondían doble moralidad, cuando dar los buenos días sólo podía ser sano.
Cuando tu mayor aspiración era ser un superhéroe.
Cuando la pregunta "¿tú que eres?" sólo tenía la respuesta posible de "un niño".

Crecemos, nos retorcemos, nos complicamos... Y parece que no nos importa.

Nos conformamos con convertirnos en unas máquinas de manipular y malpensar, y nos dejamos llevar.

¿No te has parado a pensar? 

Hazlo.

Siéntate. Cierra los ojos. Visualiza el recuerdo de tu sonrisa de chico pequeño. Déjate contagiar. Vuelve a sentir la sensación de paz inocente que invade todo tu ser. Permítete querer desinteresadamente. Huele la libertad de tu alegría.

No analices, no calcules, no midas. Siente.
Limpia de polvo de prejuicios cada momento que se te brinde.
La vida es más simple que todo eso.

Echa a empujones las lágrimas de ira que te queden guardadas, y rellena el lagrimal con millones de litros de lágrimas espontáneas. De esas que salen desde lo más adentro de tí.
Comprende, que la luna no es puta. Que sólo se desnuda porque no tiene nada que ocultar.

Disfrázate de niño.

¿No es maravilloso?
Salir a la calle, balanceando los brazos, caminando a pequeños saltitos.
Correr hacia el puesto de chocolatinas y llegar con una sonrisa y sobrealiento.
Sudar en pleno mes de Marzo por jugar a perseguirte por toda una habitación.
Que todas las personas del autobús te oigan reir.
Caminar por los bordillos como si fuera de ellos sólo hubiese un mar de lava.
Decir que siempre quieres más, y más, y más.
No rendirte en todo el día.
Dormir tan agusto como si fueses a estrujar tus propios sueños.
Guerras de almohadas que acaban contigo en el suelo.
Guerras de cosquillas que rompen cristales y muebles y hacen que no tenga la menor importancia.
Guerras a ver quién puede más.
Guerras a ver quién quiere más.

Jugar, retozarte, mancharte, caerte, reirte. Y que nada más importe.

Ser feliz...

Como los chicos pequeños.





*Gracias a ti. Por chico pequeño, y superhéroe.