domingo, 12 de diciembre de 2010

Noche estrellada.

Era una noche estrellada, aunque no encontrábamos la osa mayor a pesar de saber que siempre está hacia el norte todo era perfecto.
Sólo había hierba, estrellas, sus ojos y los míos. Nuestros labios encaprichados sólo sabían besarse los unos a los otros con una sed como nadie la había tenido nunca antes.
La noche iba avanzando, las horas pasaban pero el tiempo a su vez se detenía con cada beso, con cada mirada.Borrachos, tirados, abrazados y revolcándonos por la hierba mojada por el rocío de la mañana.
Casi sin quererlo ya se hacía de día, ya era tarde para buscar a la osa mayor pero éso ya nos daba igual. Seguías rodeándome con tus brazos, contrarrestando así el frío del amanecer.
Pesimista el pensamiento que nos hacía caer en que lo bueno se acababa, iluso el pensamiento de que el sol traía consigo una inevitable despedida.
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(31/08/08)

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